viernes, noviembre 05, 2010

a la FIFA no le gustan las mates (II)

(continuación de la primera parte)

Botas de Oro, Plata y Bronce

El premio al máximo goleador del mundial, de entrada, parece mucho menos controvertido. Se otorga a aquel jugador que más goles ha marcado, sin tener en cuenta los lanzamientos de penalty en los casos de partidos eliminatorios, a lo largo del campeonato. No se establece, en principio, ningún otro criterio. Si un jugador hubiera marcado 6 goles, ese jugador habría sido, sin duda alguna, el ganador del trofeo. En ese caso no se contemplaría dato alguno más. Se me ocurre pensar en un jugador que marque 6 goles en un partido de la liguilla inicial que quede 6-0. Sí, ha marcado 6 goles, pero su aportación al avance de su equipo en la competición es la misma que si hubiera marcado un solo gol y el resultado hubiera sido 1-0. Tampoco se tomaría en consideración el número de partidos jugados por el goleador. Si tras marcar esos 6 goles hubiera caído lesionado y su equipo eliminado, sus 6 goles aún le darían la bota de oro. Es más, ni siquiera se utilizan criterios más “finos” como establecer su cadencia goleadora (cuántos minutos debe estar en el terreno de juego un jugador para marcar un gol) o su relación “gol/tiros a puerta”, que nos daría un índice de efectividad del jugador. No. La FIFA no está para estas sutilezas. El que marque más goles y arreglado. Bien. Al menos es un criterio objetivo.

Pero hay un problema: en este mundial se ha llegado al final de la competición con cuatro jugadores que han marcado los mismos goles. A saber: Villa (España), Forlán (Uruguay), Müller (Alemania) y Sneijder (Holanda). Todos ellos con 5 goles. Muy discutible es la presencia de Sneijder en esta lista, al cual se le asignó como propio un gol marcado en propia meta por el brasileño Felipe Melo. Cualquier aficionado al fútbol, independientemente de los conocimientos técnicos que tenga, vio de forma clara y meridiana que Sneijder sacó una falta lateral con idea de que se produjera un remate por parte de algún compañero; una mala salida del portero Julio César y la cabeza de Melo hicieron el resto. El balón nunca hubiera entrado solo, ya que la trayectoria no tomaba puerta en modo alguno. Aún así, aceptaremos la decisión “técnica” de la FIFA y de buena gana consideraremos como legítima la presencia del jugador holandés en la lista de máximos goleadores.

Ante la poco práctica decisión de otorgar 4 botas de oro ex-aequo, los técnicos de la FIFA sacan un conejo en la chistera. Deciden hacer intervenir una estadística del juego para deshacer el empate: las asistencias. Un lance del juego que estimo muy importante en el cálculo de, por ejemplo, el jugador más valioso de un partido (MVP) o para incluir esa variable en un cómputo objetivo que pudiera servir en la asignación no subjetiva del Balón de Oro, pero que no sé a santo de qué tiene que intervenir en el cálculo del máximo goleador. Claramente, una asistencia no es un gol. Incluso puede haber asistencias de gol que no acaben en gol por error del delantero. Dicho esto, veamos la estadística de los goleadores utilizada por la FIFA:

Müller (Alemania) 5 goles 3 asistencias
Villa (España) 5 goles 1 asistencia
Snijder (Holanda) 5 goles 1 asistencia
Forlán (Uruguay) 5 goles 0 asistencias

La asignación de las botas de oro, plata y bronce corresponden, exactamente, con los tres primeros de esta escueta clasificación. Simple ¿no? Sí, simple e injusto y, sobre todo arbitrario. Esta arbitrariedad por parte de una organización tan importante como la FIFA (que se mostró de forma patente e inequívoca en la forma de resolver el error arbitral de la no concesión de un gol de Lampard en el encuentro Inglaterra vs. Alemania) sorprende e indigna. La FIFA no invierte prácticamente nada en crear unos estimadores estadísticos objetivos que resuelvan de un modo inequívoco y falto de arbitrariedad problemas como el que se le planteó con la Bota de Oro del Mundial 2010.

Lo que está totalmente fuera de lugar es utilizar un lance que es ajeno en su naturaleza a los goles marcados por los acreedores al premio de Bota de Oro para dilucidar justamente ese trofeo. ¿Por qué no dar un “peso” superior a los goles de cabeza frente a los marcados con el pie? ¿Por qué no valorar con mayor puntuación los goles de fuera del área que los marcados desde dentro de la misma? ¿Por qué no valorar más destacadamente un gol en jugada combinada frente a goles conseguidos tras un rechace del contrario? Siendo criterios muy discutibles y, sin lugar a dudas, inválidos, al menos tienen relación directa con los goles que otorgan el premio. Así, pues, ¿se podría usar algún estimador objetivo que tenga relación directa con los propios goles que otorgan el premio? La respuesta es, obviamente, sí.


(continuará)

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